
Este tipo de género se refiere a cuando en el cine se registra imágenes reales en movimiento continuo, descomponiéndolo en un número discreto de imágenes por segundo. En el cine de animación no existe movimiento real que registrar, sino que se producen las imágenes una por una mediante dibujos, modelos, objetos y otras múltiples técnicas, de forma que, al proyectarse consecutivamente, se produzca la ilusión de movimiento. Es decir, que mientras en el cine de imagen real se analiza y descompone un movimiento real, en el cine de animación se construye un movimiento inexistente en la realidad.
Está claro que desde que comenzó allá por los años finales del Siglo XIX ha cambiado muchísimo, algunos coinciden en señalar que quizá uno de sus orígenes estuviera en juegos de sombras o sombras chinescas, como el propio cine de imagen real, al igual que a través de la proyección de sombras en papel.
En las películas de animación se nos cuentan todo tipo de cosas, más surrealistas que realistas, cuentos de hadas, hechizos mágicos, historias de princesas encantadas, estatuas que hablan, mitología griega y muchísimas cosas más. Con todo ello nos han transportado a lugares fantásticos como Arabia, bajo el Mar, al País de Nunca Jamás, al País de las Maravillas, a la China Imperial, a Egipto, a América en pleno descubrimiento, a Rusia y su revolución e incluso a un mundo de monstruos que emplean el llanto de los niños como electricidad.
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